Leyendo La Biblia – 06 de Marzo 2024
Leyendo La Biblia – 06 de Marzo 2024
Éxodo 17
Agua de la roca
1 Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese. 2 Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová? 3 Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? 4 Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán. 5 Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve. 6 He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. 7 Y llamó el nombre de aquel lugar Masah[a] y Meriba,[b] por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?
Guerra con Amalec
8 Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. 9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. 10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. 11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. 13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
14 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. 15 Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi;[c] 16 y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.
Job 35
1 Prosiguió Eliú en su razonamiento, y dijo:
2 ¿Piensas que es cosa recta lo que has dicho:
Más justo soy yo que Dios?
3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacaré de ello?
¿O qué provecho tendré de no haber pecado?
4 Yo te responderé razones,
Y a tus compañeros contigo.
5 Mira a los cielos, y ve,
Y considera que las nubes son más altas que tú.
6 Si pecares, ¿qué habrás logrado contra él?
Y si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?
7 Si fueres justo, ¿qué le darás a él?
¿O qué recibirá de tu mano?
8 Al hombre como tú dañará tu impiedad,
Y al hijo de hombre aprovechará tu justicia.
9 A causa de la multitud de las violencias claman,
Y se lamentan por el poderío de los grandes.
10 Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor,
Que da cánticos en la noche,
11 Que nos enseña más que a las bestias de la tierra,
Y nos hace sabios más que a las aves del cielo?
12 Allí clamarán, y él no oirá,
Por la soberbia de los malos.
13 Ciertamente Dios no oirá la vanidad,
Ni la mirará el Omnipotente.
14 ¿Cuánto menos cuando dices que no haces caso de él?
La causa está delante de él; por tanto, aguárdale.
15 Mas ahora, porque en su ira no castiga,
Ni inquiere con rigor,
16 Por eso Job abre su boca vanamente,
Y multiplica palabras sin sabiduría.
Lucas 20
La autoridad de Jesús
1 Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, 2 y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas?, ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad? 3 Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme: 4 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? 5 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 6 Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. 7 Y respondieron que no sabían de dónde fuese. 8 Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Los labradores malvados
9 Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo. 10 Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. 11 Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a este también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías. 12 Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a este echaron fuera, herido. 13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a él, le tendrán respeto. 14 Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. 15 Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? 16 Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre! 17 Pero él, mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito:
La piedra que desecharon los edificadores
Ha venido a ser cabeza del ángulo?
18 Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará.
La cuestión del tributo
19 Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo. 20 Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador. 21 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. 22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? 23 Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? 24 Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. 25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 26 Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron.
La pregunta sobre la resurrección
27 Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron, 28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano. 29 Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. 30 Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. 31 La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. 32 Finalmente murió también la mujer. 33 En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?
34 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 35 mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 36 Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. 37 Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. 38 Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven. 39 Respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho. 40 Y no osaron preguntarle nada más.
¿De quién es hijo el Cristo?
41 Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42 Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
43 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
44 David, pues, le llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo?
Jesús acusa a los escribas
45 Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46 Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; 47 que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; estos recibirán mayor condenación.
2 Corintios 5
1 Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; 3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. 4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 7 (porque por fe andamos, no por vista); 8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. 10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
El ministerio de la reconciliación
11 Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias. 12 No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. 13 Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. 14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
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