No olvidemos lo que Dios ha hecho
17 Pero aún volvieron a pecar contra él, Rebelándose contra el Altísimo en el desierto;
18 Pues tentaron a Dios en su corazón, Pidiendo comida a su gusto.
19 Y hablaron contra Dios, Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?
20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, Y torrentes inundaron la tierra; ¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo?
21 Por tanto, oyó Jehová, y se indignó; Se encendió el fuego contra Jacob, Y el furor subió también contra Israel,
22 Por cuanto no habían creído a Dios, Ni habían confiado en su salvación.
23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, Y abrió las puertas de los cielos,
Salmos 78:17-23
La biblia nos narra que el puedo de Israel durante su viaje por el desierto no tuvieron memoria, no tuvieron conciencia de quien es Dios y solo siguieron sus impulsos egoístas para justificar su actitud; Dios se ocupaba de todos los detalles, pero al parecer el pueblo los olvidaba. En nuestro tiempo este ciclo se repite nuevamente, porque nos olvidamos de todo el bien que Dios ya nos ha hecho.
A nadie le gusta recordarse de sus errores o de las vergüenzas del pasado, al contrario queremos recordar los triunfos y aciertos. Siendo honestos si meditamos en todo lo que Dios ha hecho en nosotros y a través de nosotros, ¿qué tanto de eso lo hizo porque lo merecíamos o porque fuéramos personas excepcionales? El apóstol Pablo les pregunta a los cristianos en el capítulo 4 de su primera carta a los Corintios:
Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?
1 Corintios 4:7
Todo lo bueno que hemos logrado y todo el bien que hemos recibido ha sido solamente por la misericordia y la gracia de nuestro Dios. Fue por su amor que decidió ir a una cruz para salvarnos de una eternidad sin esperanza, simplemente fuimos el objeto de su inmerecido e inexplicable amor. Entiendo lo anterior debemos preguntarnos: ¿Qué es lo que quiero que los recordatorios traigan a mi mente?, ¿lo bueno que soy, las buenas decisiones que tomé o lo que Dios hizo en mí a pesar de mi realidad?
Debemos darle gracias a Dios por todas las bendiciones que nos ha dado, por todo el bien que nos ha hecho sin merecerlo, por su amor, su misericordia, su perdón, su libertad, su restauración, su presencia y tantas cosas más que ha hecho, hace y seguirá haciendo
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