Leyendo La Biblia en un año – 2 Mayo 2024
Leyendo La Biblia en 1 año – 2 Mayo 2024
Números 9
Celebración de la pascua
1 Habló Jehová a Moisés en el desierto de Sinaí, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, en el mes primero, diciendo: 2 Los hijos de Israel celebrarán la pascua a su tiempo. 3 El decimocuarto día de este mes, entre las dos tardes, la celebraréis a su tiempo; conforme a todos sus ritos y conforme a todas sus leyes la celebraréis. 4 Y habló Moisés a los hijos de Israel para que celebrasen la pascua. 5 Celebraron la pascua en el mes primero, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, en el desierto de Sinaí; conforme a todas las cosas que mandó Jehová a Moisés, así hicieron los hijos de Israel. 6 Pero hubo algunos que estaban inmundos a causa de muerto, y no pudieron celebrar la pascua aquel día; y vinieron delante de Moisés y delante de Aarón aquel día, 7 y le dijeron aquellos hombres: Nosotros estamos inmundos por causa de muerto; ¿por qué seremos impedidos de ofrecer ofrenda a Jehová a su tiempo entre los hijos de Israel? 8 Y Moisés les respondió: Esperad, y oiré lo que ordena Jehová acerca de vosotros.
9 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 10 Habla a los hijos de Israel, diciendo: Cualquiera de vosotros o de vuestros descendientes, que estuviere inmundo por causa de muerto o estuviere de viaje lejos, celebrará la pascua a Jehová. 11 En el mes segundo, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, la celebrarán; con panes sin levadura y hierbas amargas la comerán. 12 No dejarán del animal sacrificado para la mañana, ni quebrarán hueso de él; conforme a todos los ritos de la pascua la celebrarán. 13 Mas el que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de celebrar la pascua, la tal persona será cortada de entre su pueblo; por cuanto no ofreció a su tiempo la ofrenda de Jehová, el tal hombre llevará su pecado. 14 Y si morare con vosotros extranjero, y celebrare la pascua a Jehová, conforme al rito de la pascua y conforme a sus leyes la celebrará; un mismo rito tendréis, tanto el extranjero como el natural de la tierra.
La nube sobre el tabernáculo
15 El día que el tabernáculo fue erigido, la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del testimonio; y a la tarde había sobre el tabernáculo como una apariencia de fuego, hasta la mañana. 16 Así era continuamente: la nube lo cubría de día, y de noche la apariencia de fuego. 17 Cuando se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban los hijos de Israel. 18 Al mandato de Jehová los hijos de Israel partían, y al mandato de Jehová acampaban; todos los días que la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados. 19 Cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían. 20 Y cuando la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían. 21 Y cuando la nube se detenía desde la tarde hasta la mañana, o cuando a la mañana la nube se levantaba, ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba, entonces partían. 22 O si dos días, o un mes, o un año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él, los hijos de Israel seguían acampados, y no se movían; mas cuando ella se alzaba, ellos partían. 23 Al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían, guardando la ordenanza de Jehová como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.
Salmos 45
Cántico de las bodas del rey
Al músico principal; sobre Lirios. Masquil de los hijos de Coré. Canción de amores.
1 Rebosa mi corazón palabra buena;
Dirijo al rey mi canto;
Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.
2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres;
La gracia se derramó en tus labios;
Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.
3 Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente,
Con tu gloria y con tu majestad.
4 En tu gloria sé prosperado;
Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia,
Y tu diestra te enseñará cosas terribles.
5 Tus saetas agudas,
Con que caerán pueblos debajo de ti,
Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.
6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;
Cetro de justicia es el cetro de tu reino.
7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad;
Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos;
Desde palacios de marfil te recrean.
9 Hijas de reyes están entre tus ilustres;
Está la reina a tu diestra con oro de Ofir.
10 Oye, hija, y mira, e inclina tu oído;
Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;
11 Y deseará el rey tu hermosura;
E inclínate a él, porque él es tu señor.
12 Y las hijas de Tiro vendrán con presentes;
Implorarán tu favor los ricos del pueblo.
13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada;
De brocado de oro es su vestido.
14 Con vestidos bordados será llevada al rey;
Vírgenes irán en pos de ella,
Compañeras suyas serán traídas a ti.
15 Serán traídas con alegría y gozo;
Entrarán en el palacio del rey.
16 En lugar de tus padres serán tus hijos,
A quienes harás príncipes en toda la tierra.
17 Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,
Por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.
Cantares 7
1 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,
Oh hija de príncipe!
Los contornos de tus muslos son como joyas,
Obra de mano de excelente maestro.
2 Tu ombligo como una taza redonda
Que no le falta bebida.
Tu vientre como montón de trigo
Cercado de lirios.
3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
4 Tu cuello, como torre de marfil;
Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;
Tu nariz, como la torre del Líbano,
Que mira hacia Damasco.
5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo;
Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey
Suspendida en los corredores.
6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave,
Oh amor deleitoso!
7 Tu estatura es semejante a la palmera,
Y tus pechos a los racimos.
8 Yo dije: Subiré a la palmera,
Asiré sus ramas.
Deja que tus pechos sean como racimos de vid,
Y el olor de tu boca como de manzanas,
9 Y tu paladar como el buen vino,
Que se entra a mi amado suavemente,
Y hace hablar los labios de los viejos.
10 Yo soy de mi amado,
Y conmigo tiene su contentamiento.
11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo,
Moremos en las aldeas.
12 Levantémonos de mañana a las viñas;
Veamos si brotan las vides, si están en cierne,
Si han florecido los granados;
Allí te daré mis amores.
13 Las mandrágoras han dado olor,
Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas,
Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.
Hebreos 7
El sacerdocio de Melquisedec
1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.
4 Considerad, pues, cuán grande era este, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín. 5 Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque estos también hayan salido de los lomos de Abraham. 6 Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7 Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. 8 Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. 9 Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; 10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.
11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; 13 y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. 14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.
15 Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, 16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. 17 Pues se da testimonio de él:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
18 Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia 19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.
20 Y esto no fue hecho sin juramento; 21 porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero este, con el juramento del que le dijo:
Juró el Señor, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
22 Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.
23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; 24 mas este, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; 25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. 28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.
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