Asegurándonos de escuchar a Dios


Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Génesis 3:9-10


No todas las voces que escucho vienen de Dios:

  • Dios habla a mi corazón
  • Hablo con mi ser interior
  • Satanás también puede hablar a mi mente

Cotidianamente son muchas las voces que escuchamos a nuestro alrededor,  pero hay algunas en particular a las que les ponemos mayor atención. Entre  estas  últimas  se  encuentran  también  la  voz  de  nuestro  enemigo, quien  continuamente trata de captar toda nuestra atención.   Su misión es clara: Preocuparnos, desgastarnos pensando lo peor de las cosas o las personas y por  último,  convencernos que todas esas mentiras son verdad.

Sin  embargo,  muchas  veces  obedecemos  las  voces  equivocadas  porque  no  estamos atentos a lo que Dios espera de nosotros. Jesús nos enseña a que cuando escuchamos la voz de Dios crecemos en sabiduría y además, podemos  tomar decisiones sin equivocación.

Quizás hemos la experiencia de cuando oramos, buscando oír y conocer la voz de Dios, nuestra mente se inunda con todo tipo de voces que nos nos permiten concentrarnos y enfocarnos en la oración; es nuestra carne rehusando escuchar a Dios.

El pecado evita que escuchemos la vos de Dios

Cuando consentimos algún pecado secreto, podemos estar seguros que realmente no queremos oír la voz de Dios. Eso es porque ya sabemos lo que Él nos dirá y no queremos oírlo.

Cuando Adán y Eva pecaron, trajo la vergüenza. Y con esa vergüenza vinieron la culpa, el temor y la condenación. Pero Jehová Dios llamó a Adán, y le dijo, ¿Dónde estás tú? Y él dijo, Oí tu voz en el jardín, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.

Adán se escondió de la voz de Dios, debido a la culpa y la vergüenza de su pecado. Y eso es exactamente donde la mayoría podemos vivir ahora, estar escondidos, asustados para escuchar que Dios nos hable


 

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¿Por qué no alcanzamos nuestros sueños?


Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.
Deuteronomio 8:2


Para que nuestros sueños se cumplan debe existir un periodo de espera, estos nunca se cumplen inmediatamente. El pueblo de Israel fué sacado de Egipto, luego vagaron por el desierto cuarenta años, antes de entrar a la tierra prometida; pero el viaje no debió tomar más de unas pocas semanas debido a la distancia entre ambos puntos.

Cada sueño trae consigo sus propias sus dificultades, y debemos prepararnos para poder afrontar y administrar. Dios usa los tiempos de espera para prepararnos para esas dificultades. Dios también usa el tiempo que esperamos por nuestros sueños para probarnos al igual que los israelitas.

Los Israelitas tenían la fe suficiente para salir de Egipto, pero no tenían suficiente fe
para entrar a la tierra prometida, estaban atemorizados. El problema con el miedo es que nos mantiene en el desierto y prolonga la espera.

¿A dónde subiremos? Nuestros hermanos han atemorizado nuestro corazón, diciendo:

Este pueblo es mayor y más alto que nosotros, las ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; y también vimos allí a los hijos de Anac.
Deuteronomio 1:28

Muchos de tus sueños nunca se cumplirán, no porque Dios no quiera, sino porque nosotros no lo permitimos, debido a que tenemos miedo a dar ese paso de fe. El antídoto para el miedo es la fe, es enfocarse en la promesa de Dios y en lo que Él ha declarado para nuestra vida.
Debemos tener en cuenta que Dios está con nosotros. Él dice:

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Isaías 41:10

 

Posiblemente hemos estado orando sobre algo y no ha sucedido todavía. Y puedes estar pensando que Dios nos ha olvidado; simplemente estamos en la fase de espera justo ahora. Dios no nos ha olvidado, es una espera preparada y Dios sabe por lo que vas a pasar, Él está construyendo nuestro carácter y poco a poco hace que aprendamos a confiar en Él.

Comenzar a tener miedo fue el primer error que los israelitas cometieron para alcanzar su sueño de la tierra prometida. ¿Cómo debemos responder, si la espera para cumplir nuestros sueños no termina? ¡Sin temor!

 


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Orando con ayuda


14 Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia.
15 Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había.
16 Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.
17 Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros,
18 para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.
19 Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.
20 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.
Daniel 2:17-18


Algunas veces vendrán pruebas a nuestra vida por medio de personas que nos piden que hagamos algo imposible, como un jefe que nos pida que terminemos rápidamente una tarea. A este u otro acontecimiento en la vida podemos responder de diferentes formas o actitudes, como el negarnos a entrar en pánico, ver la forma para obtener más información o solicitar más tiempo; las cuales son muy válidas. Sin embargo, una de las cosas que debemos hacer es, pedir a nuestros amigos ayuda en oración.

Daniel hizo esto luego que el rey le pidiera interpretara su sueño, una petición que antes había hecho que otros murieran. Daniel se dio cuenta de que era una gran petición y el rey no estaba pensando con claridad; estaba a punto de matar a todos sus sabios. Así que Daniel puso en marcha a su equipo de oración, sus amigos.

Al igual que Daniel, ¿tenemos amigos de oración a los que podamos acudir cuando la vida se pone difícil?

 


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Callejón sin salida


Como está escrito: “Te he hecho padre de muchas naciones,” delante de Aquél en quien creyó, es decir Dios, que da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran.
Romanos 4:17


Muchas veces habremos escuchado la frase: “callejón sin salida” o posiblemente la hemos utilizado refiriéndonos a alguna situación que afrontamos. Estas palabras definen aquellas situaciones de la vida que humanamente nos pueden poner contra la pared; por ejemplo: cáncer, divorcio, bancarrota, infertilidad o desempleo. ¿Cómo sabemos cuándo estamos en un callejón sin salida? Lo sabemos cuándo las cosas se salen de nuestro control y no podemos hacer nada al respecto. Cuando estamos atados y esperando ser liberados, necesitamos recordar lo que Dios puede hacer; la situación puede estar fuera de nuestro control, pero no está fuera del control de Dios.

Cuando nos enfrentemos a un callejón sin salida, no debemos enfocarnos en lo que no podemos hacer; sino enfocarnos en lo que Dios puede hacer.

Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y crea cosas nuevas de la nada. Hay dos cosas que Dios hace que nosotros no podemos: Él puede darle vida a lo muerto y Él puede crear algo a partir de la nada.

 

Si Dios puede darle vida a un hombre muerto,
Él puede darle vida a un matrimonio muerto.
Él puede darle vida a un sueño muerto.
El puede dar sanidad a cualquier enfermedad
Él puede darle vida a un callejón financiero sin salida.

 

No fue solo el pensamiento positivo lo que ayudó a Abraham. El pensamiento positivo funciona bien para situaciones que podemos controlar; pero tener un pensamiento positivo, no es tener fe. Cuando enfrentamos cosas que están fuera de nuestro control, necesitamos algo más que una actitud mental positiva, necesitamos fe en Dios.

Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.
Lucas 18:27

 

 


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¿Qué oración escucha Dios? V


 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
Isaías 1:15


Para que nuestras oraciones sean escuchadas por parte de Dios, Él mismo ha establecido algunos requisitos en Su Palabra, que haremos bien en cumplirlos:

Dios escucha la oración perseverante.

 

diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.
Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.
¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?
Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
Lucas 18:2-8

 

Lucas relata como una viuda sabía lo que era su derecho, sabía que tenía derecho a que le hicieran justicia, por esto pudo llegar ante el juez con mucha confianza; lo cual habla de su Fe; por esto perseveró hasta lograr su objetivo.

De la misma forma, cuando conocemos la voluntad de Dios, podemos confiar en que Él nos hará justicia. Entonces no nos desanimaremos si en los primeros intentos no obtenemos respuesta. Al contrario, permaneceremos firmes hasta ver la respuesta prometida. Este tipo de perseverancia es una expresión de nuestra fe.

 


 

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¿Qué oración escucha Dios? IV


 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
Isaías 1:15


 

Para que nuestras oraciones sean escuchadas por parte de Dios, Él mismo ha establecido algunos requisitos en Su Palabra, que haremos bien en cumplirlos:

Dios escucha la oración en unidad.

19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Mateo 18:19-20

La palabra “congregados” traducida significa literalmente: “han sido guiados juntos”. Cuando nos reunimos en oración, y Dios nos ha guiado junto a nuestros hermanos, para que todos podamos discernir la misma su voluntad,  para que tengamos la misma carga y la misma petición en nuestros corazones; entonces podemos orar con mucha convicción y fe.

Cuando logramos llegar a este consenso, entonces tenemos una confirmación fuerte de que realmente estamos siguiendo los pasos de Jesús.

23 Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;
Hechos 4:23-24

El libro de Hechos nos relata una oración en la cual alzaron unánimes la voz a Dios. Nadie propuso orar, nadie se levantó para dirigir la oración; Ellos alzaron unánimes la voz de Dios guiados por Dios. Luego que oraron todos fueron llenos del Espíritu Santo.

31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Hechos 4:31

 


 

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¿Qué oración escucha Dios? III


 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
Isaías 1:15


Dios escucha la oración que viene de un corazón puro.

Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado.
Salmo 66:18

 

Como hijo de Dios, tenemos un compromiso necesario y constante de examinar y arreglar nuestras propias vidas ante Dios; de tal forma que, nuestras oraciones puedan ser escuchadas. No es que no fallemos, pero es necesario estar a cuenta con Dios, confesando nuestras faltas.

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.
Salmo 139:23-24

Examinemos también nuestros motivos para orar: ¿Tenemos realmente el deseo de ver a Dios glorificado sobre todo? ¿Pensamos de alguna manera ser exaltados nosotros mismos cuando Dios responda a nuestra oración? ¿Estamos orando para impresionar a los demás, de “lo bien que oramos”?

Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
Mateo 6:5-7



 

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¿Qué oración escucha Dios? II


 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
Isaías 1:15


Para que nuestras oraciones sean escuchadas por parte de Dios, Él mismo ha establecido algunos requisitos en Su Palabra, que haremos bien en cumplirlos:

Dios escucha la oración de fe.

14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
1 Juan 5:14-15

Juan empezó diciendo: “Y esta es la confianza que tenemos en Él” lo cual es Fe, que significa confianza. Cuando conocemos la voluntad de Dios, podemos orar con toda confianza de que esta voluntad se cumplirá.

Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.”

Marcos 11:23-24

Estos versos no hablan de peticiones caprichosas que podríamos hacer según nuestro antojo. Solo si conocemos la voluntad de Dios, podemos y debemos  ejercer esta fe. La fe no es un esfuerzo que nosotros mismos haríamos; es una sencilla confianza en Dios quien hará lo que El prometió.


 

 

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¿Qué oración escucha Dios?


 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
Isaías 1:15


Sabemos que quiere e invita a que todos podamos tener el privilegio de acercarnos a Él en oración; pero eso no significa que escuche todas las oraciones. La Biblia nos dice que cuando los israelitas hacían lo malo, Dios se negaba a escucharlos. Sin embargo, El escucha a quienes han cometido pecados graves si se arrepienten.

Para que nuestras oraciones sean escuchadas por parte de Dios, Él mismo ha establecido algunos requisitos en Su Palabra, que haremos bien en cumplirlos:

 

Dios escucha la oración que es conforme a Su voluntad.

14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
1 Juan 5:14-15

Antes de orar debemos asegurarnos de conocer la voluntad de Dios; ya que nuestra oración, debe apoyarse en una promesa o declaración concreta de Dios, de lo que Él es, o de lo que El hace o hará. La mejor forma de conocer la voluntad de Dios es a través de su Palabra, expuesta en la Biblia.

Podríamos preguntarnos ¿Por qué debemos orar de esta forma? ¿No hará Dios Su voluntad, no importa si oramos o no?

Cuando Daniel se enteró de que la liberación profetizada de su pueblo estaba cerca, se puso a orar y ayunar.

en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.
Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.
Daniel 9:2-3

La oración de acuerdo a la voluntad de Dios, no cambia a Dios; pero nos cambia a nosotros, y esto es lo que Dios busca.

 


 

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¿Cuál es tú influencia?


21 También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero?
22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz.
23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
24 Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís.
25 Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
Marcos 41:21-25


Todos los hijos de Dios hemos sido enviados a predicar las buenas nuevas, de tal forma que se pueda manifestar el Reino de los Cielos en la  Tierra y esto se hace con influencia. Para comprender esto de manera inmediata estudiaremos la historia de  José; quien utilizó su influencia para beneficio de las personas, lo cual es el propósito de Dios, bendecir su creación.

Escuchar la voz de Dios es la clave principal para aumentar nuestra influencia,  José fue un experto en ello; pues él sabía reconocer la voz de Dios a través de  la interpretación de sueños. Esta fue precisamente la característica que le trajo bendición; puesto que, es lo que Faraón vio en José.

Como hijos de Dios, debemos procurar desarrollar esta influencia con determinación en el proceso. Incluso podemos y debemos pedirle a  Dios. Si para ser influencia necesitamos sabiduría, el único camino para obtenerla es Dios. Él es quien otorga todos los dones, pero es nuestra responsabilidad desarrollarlo y producirlo; si lo enterramos, corremos el riesgo de perderlo.

Dios nos ha dado a todos una posición, mediante la cual ejercer  ese tipo de influencia. José fue un hombre que aprendió a ejercer  influencia  en  todos  los  niveles  en  donde  estuvo;  siendo  hijo,  siendo esclavo y siendo preso.   Su ejemplo nos demuestra que no tenemos que estar en la más alta posición para ejercer influencia.


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