La persona del Espíritu Santo
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Génesis 1:1-2
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
Apocalipsis 22:17
La palabra de Dios nos enseña todo sobre el principio de la creación, y nos dice que en este punto todo estaba en desorden; pero el Espíritu de Dios se movía, y a través de este movimiento todo comenzó a ordenarse y a tomar la forma que Dios había diseñado.
La persona del Espíritu Santo estuvo también en el principio realizando la obra y voluntad de Dios, y la Biblia nos enseña que también está presente en el último capítulo de Apocalipsis. El Espíritu de Dios continúa su ardua tarea cada día, moviéndose con poder para traer orden a nuestras vidas y así moldearnos al propósito que Dios desea. Nosotros los creyentes nos encontraremos cada momento de nuestras vidas en contacto frente a la persona del Espíritu Santo quien siempre está consolándonos, enseñándonos todas las cosas, recordándonos todo lo que Jesús dijo; de tal manera, que podemos estar seguros en este mundo.
En el versículo 17 del capítulo 22 de Apocalipsis, nos dice que el Espíritu y la iglesia, la novia, estarán juntos y que juntos clamaremos “Ven, Ven” al Señor Jesús, en referencia a su segunda venida. Este es un tiempo para decirle al Espíritu de Dios: te anhelo, quiero más de tu presencia, quiero más de ti, quiero más de tu poder.
26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Juan 14:26-27
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